Orquídeas rojas
Sara

¡Un desperdicio!, pensé, sabía que decía la verdad, la forma en que me tocó, beso y sobre todo sus ojos me confirmaban lo mucho que quería lo mismo que yo; entendí que quisiera tomarse su tiempo, pero las ganas de tener sexo, me superaron y me hicieron proponérselo, cuando se lo dije, al oír salir esas palabras de mi boca me sorprendí.

El lunes me envió una foto donde a lo lejos se veía el cerro de “La silla”, eso probaba que estaba en Monterrey, ya sin mis sentidos nublados, lo comprendía y no haría pucheros, pero tanto baile y besuqueo me pusieron a 100.

No respondí a su mensaje, espere a que fuera más tarde y le envíe la foto de uno de los conjuntos de lencería que compre, diciéndole que debía apresurarse, porque deseaba usarlo esta misma semana.

La comunicación se cortó o entro a alguna zona sin cobertura, algo tenía que haber sucedido, espero que no estuviera siendo yo muy insistente, cómo fuera ya lo había hecho.

Lo único que tenía para distraerme era el trabajo, n
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