Khalid al-Fassi se sentó en el despacho de los Mendoza, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y determinación. Había pasado demasiado tiempo sin noticias de Isabela, y cada minuto que pasaba se sentía como una eternidad. La angustia de su hijo Rami, quien preguntaba constantemente por su madre, lo impulsaba a actuar.
—Margaret, Fernando —comenzó Khalid, su voz firme—, necesitamos un plan para encontrar a Isabela. No podemos quedarnos de brazos cruzados.
Margaret asintió, sus ojos llenos de preocupación.
—Tienes razón, Khalid. Debemos ser cuidadosos. Si Diego se entera de que estamos buscando a Isabela, no dudo que hará algo drástico.
Fernando, siempre pragmático, intervino.
—Podemos seguir a Diego en secreto. Necesitamos averiguar dónde la tiene escondida.
Khalid sintió que la esperanza comenzaba a renacer. Con la ayuda de los Mendoza, tal vez podrían rescatar a Isabela de las garras de Diego. Sin embargo, la sombra de la incertidumbre se cernía sobre ellos. Sabían que el ti