—¿Un trato? —Clara lo miró sin entender.
Ella no sabía qué tenía para hacer un trato con él, ya que en este momento se sentía completamente desposeída.
El espacio reducido y la falta de aire hacían que sintiera una asfixia similar a un pez fuera del agua. Su espalda estaba cubierta de sudor.
El hombre se inclinó ligeramente hacia adelante, y una gota de agua cayó desde el extremo de su cabello hasta su rostro, brindando un breve alivio de frescura.
Diego tenía una expresión seria y dijo: —Quédate a mi lado y arreglaremos las cuentas pendientes entre tu familia y la mía.
Clara reflexionó sobre sus palabras [quedarse a su lado]. Con claridad en sus ojos, se encontró con la mirada oscura de Diego y le preguntó con calma: —¿Bajo qué relación nos quedamos?
Diego hizo una pausa antes de responder: —Aparte del título de señora López, puedo ofrecerte todo lo que desees.
Clara preguntó palabra por palabra: —¿Entonces, quieres que sea tu amante?
El uso de esa palabra no le gustó a Diego, y se fr