Clara llevaba una máscara en su rostro, no era bonita, pero cuando sonreía, sus ojos negros brillaban bajo el sol, añadiendo un toque de esplendor a su rostro.
La escena en la que se miraban mutuamente bajo la puesta de sol era excepcionalmente hermosa.
De repente, Clara sintió una mirada maligna posada en su espalda.
Se volvió bruscamente y vio a la anciana que había visto antes en el campo.
Sus ojos se posaron en la mano que ella y Suriel sostenían, sin mostrar ninguna expresión en particular.
Antes, la había visto huir incesantemente, pero ahora se acercaba activamente hacia el grupo.
—¿Señorito Suárez, has venido a honrar a Natalia este año?
Suriel retiró su mano con calma y respondió: —Sí, tía Márquez, ha pasado mucho tiempo sin vernos.
Tío Leal bajó algunos regalos del coche, parecía que él y tía Márquez ya se conocían desde hace tiempo.
Ella se limpió las manos en su delantal y dijo: —La comida está lista. Como siempre, la noche es oscura y el camino empinado. ¿Por qué no se que