Valentina no notó la luz del sol al salir de casa. Su mente estaba ocupada con un nuevo proyecto en Roth & Co., algo que Alexander había encargado personalmente y que, según él, requería máxima precisión y concentración.

La noticia le provocó una mezcla de orgullo y ansiedad: trabajar directamente con él significaba exposición constante, y cualquier error sería observado con una lupa invisible. Cada paso que diera, cada palabra que pronunciara o mensaje que enviara podía ser interpretado de mil maneras.

Al llegar, notó que el piso estaba más silencioso de lo habitual. Los empleados parecían tener conciencia de que Alexander estaba más presente de lo normal. Sus pasos, sus movimientos, incluso el sonido de su voz al dar instrucciones a distancia, creaban una tensión que se sentía en el aire.

Valentina se dirigió a su escritorio, encendió la computadora y revisó el proyecto que debía entregar a mitad de semana. Cada celda de la hoja de cálculo parecía exigir su total atención, como si d