No tenía la menor idea de cómo es que había logrado llegar con bien a casa de sus padres y es que su mente se encontraba en otro sitio, sus emociones al límite.
Apenas arribo a la mansión, se encontró con su madre. En el rostro de ella, se encontraba dibujada la expresión alegre que siempre solía tener y temía que eso estuviera a punto de cambiar.—Hola, querido —le saludo con una sonrisa.—Acabo de darle un baño a Katherine, ahora duerme profundamente. Tu padre se encuentra con ella, está totalmente encantado; creo que no lo había visto tan feliz desde que naciste —le conto con placer, mientras comenzaba a caminar frente a él en dirección a las escaleras.—¿Él sabe que no soy su hijo? —le cuestiono sin más, sin rodeo alguno. En ese momento, la gran sonrisa que se dibujaba en el rostro de Samantha de