Cena en Manhattan. 2
Edneris despertó con la sensación de un peso familiar sobre su abdomen, pero al mover ligeramente la cabeza se dio cuenta de que estaba sola, boca abajo, y que el calor que había sentido era solo el suyo. Aun así, el recuerdo del contacto la hizo sonreír débilmente, apoyó las manos en la cama para levantar un poco el torso, sus ojos entrecerrados intentando acostumbrarse a la luz del ventanal que se colaba sin piedad, el cabello le caía sobre el rostro, húmedo por el sueño, y por un instante consideró levantarse a preparar el desayuno para Owen. La pereza, sin embargo, fue más fuerte, y se volvió a recostar, cubriéndose los ojos con el antebrazo derecho, dejando que el calor de la mañana y el recuerdo de sus cuerpos juntos la arrullaran nuevamente hacia el sueño.
Owen se había levantado temprano, tras una ducha rápida que aún dejaba su piel con ese aroma inconfundible que la volvía loca, preparó su café con precisión, aunque su mente estaba en otra parte; Edneris. Cada vez que pensaba