Clara no dijo nada; sus dedos ya estaban palpando el pulso de Andrés. Después de un momento, frunció el ceño y miró seriamente a Emiliano:
—¡Tiene, como máximo, diez minutos!
La respiración de Emiliano se detuvo. David miró con incredulidad:
—¿Qué estás insinuando?
Clara fue directa:
—Su situación es muy peligrosa. Si no llegan a la base de la montaña, él no sobrevivirá.
David explotó:
—¡Estás hablando tonterías!
Clara lo ignoró y miró a Emiliano:
—Dame unos minutos, ¡lo salvaré!
Emiliano preguntó:
—¿Tienes conocimientos médicos?
Clara dijo:
—Mi abuelo era médico.
Ricardo de repente recordó algo y apresuradamente dijo:
—¡Es cierto! Escuché a mi abuela mencionar al abuelo Mariano; él y mi abuela eran amigos de toda la vida. Seguro que no carece de habilidades médicas.
Emiliano miró fijamente a Clara y guardó silencio unos segundos antes de decir:
—Hazlo. Pero solo te doy diez minutos, espero que lo entiendas.
Él no conocía a Clara y dudaba de sus habilidades m