Estaba tan deseosa y asustada al mismo tiempo. Sin embargo, sentía la felicidad de Dylan.
—Quiero hacer el amor contigo Dylan, si no te doy asco…
Con su boca volvió a callarme, pegó su miembro, lo sentí grande y duro, le quité la camisa y antes de que me arrepintiera, él hizo lo mismo, y quedé desnuda, salvo por mi panti. Comenzó a besarme el cuerpo… Todo.
Lo disfrutaba, podía percibir lo desesperado que se encontraba, y lo bien que se controlaba para llevarme a mí a no sé dónde, porque me fui a visitar en el séptimo cielo. Su boca en mis pechos, su mano en ese lugar sagrado.
No lo veía muy bien, salvo su silueta por esa poca claridad filtrada gracias a la luna y los faroles del camino. Veía esos visos dorados de mi monito hermoso, siguió besándome, lamiendo la piel aguarapiada, escurrida y sobrante. Mi corazón iba a mil, rompiendo todas las barreras de inseguridad.
Se levantó para terminar de desnudarse, yo ya estaba completamente encuera, menos mal la luz era tenue, no podía ver de