Él no retrocedió en su postura y ella tampoco lo hizo, las discusiones aumentaron y siempre empezaban igual y acababan en lo mismo, con los dos en la cama. Había incrementado la seguridad a su alrededor. Hubiera despedido a todos si ella no hubiera insistido en que no lo hiciera. Sus guardaespaldas sabían que con ella ya era el juego del gato y el ratón. No lograban averiguar como lo hacía. Sin que la vieran había escuchado que decían que era una bruja por desaparecer como por arte de magia. No pudo evitar romper a reír a carcajadas. Provocando las miradas avergonzadas y las disculpas por parte de los implicados. No se preocupen, les había dicho ella. Era chistoso, pero los apreciaba y sabía que era reciproco, aunque ella era un auténtico dolor de cabeza para ellos. A veces se sentía mal por que se tenían que enfrentar a la furia monumental de Máximo. Pero no se podía permitir ser débil, si no, Máximo no respetaría sus derechos.
Las cosas con su esposo no iban precisamente bien, veía