Amargo Contrato de Matrimonio
Amargo Contrato de Matrimonio
Por: Mazane
Capítulo 01

"¿¡Casarme!? ¿¡Casarme con John Walker!?" La exclamación de Elizabeth Stewart fue una mezcla de sorpresa y felicidad.

"Sí, es cierto", confirmó Helen con una sonrisa calculada.

Helen era la madrastra de Elizabeth y veía este matrimonio como la salvación de la familia Stewart. Conociendo los sentimientos de su hijastra por John desde la adolescencia, todo sería más fácil.

"¿Aceptas?"

"¿Pero cómo? Apenas nos conocemos..." Lizzie, como la llamaban, siempre había estado enamorada de John, pero su timidez le impedía expresar su verdadera naturaleza.

"Déjame explicarte. Sabes que es común entre las familias adineradas firmar contratos matrimoniales para beneficio mutuo. ¿No es cierto, querida?"

Se giró hacia el hombre apático que estaba a su lado, Peter, el padre de Elizabeth.

"Sí, querida", murmuró Peter, mirando a su hija. "Pero solo si aceptas las condiciones". "Por supuesto que sí", dijo Helen con autoridad. Peter, como siempre, simplemente acató sus decisiones.

"Pero... ¿por qué? No lo entiendo". Elizabeth frunció el ceño, confundida.

"Tenemos dificultades en la acería", admitió Helen, omitiendo el hecho de que estaban prácticamente en bancarrota.

A pesar de las buenas intenciones de Peter como gerente, ella había malgastado gran parte de la propiedad con gastos e inversiones irresponsables.

"La propuesta de los Walker no solo nos sacaría de estos apuros, sino que también nos traería grandes beneficios".

Estos beneficios serían para ella y para Peter, algo que omitió deliberadamente.

"¿Y por qué yo? Hay tantas jóvenes más ricas, más guapas y... más adecuadas".

Elizabeth recordó cómo John siempre había sido el centro de atención entre las jóvenes de la alta sociedad, todas intentando atraparlo de alguna manera.

Ella, discreta y reservada, nunca se atrevía a destacar.

"Escucha, querida..." Helen rara vez usaba ese término sin segundas intenciones. El trato es sencillo. Solo necesitas estar casada con John tres años, hasta que asuma oficialmente la presidencia del Grupo Walker. Es un requisito de su abuelo. Solo te considerará apta para asumir el cargo si estás casada. Es una forma de demostrar responsabilidad. Y para entonces, ¿quizás te enamores de verdad? —dijo, guiñándole un ojo.

"¿Y John? ¿Fue él quien sugirió esto?", preguntó Elizabeth con el corazón acelerado.

"Fue un acuerdo entre las familias. Si quiere ser presidente del grupo Walker, aceptará. Aún no se ha casado, y la presión de su abuelo es enorme: o se casa, o la gestión de uno de los mayores conglomerados del país pasará a manos de terceros."

"Así que no me eligió...", murmuró, decepcionada.

"¡Eso es irrelevante! ¡Lo importante es que serás la señora Walker! Imagínate las caras de esas chicas que te despreciaron", dijo Helen, imaginándose ya como la suegra de uno de los hombres más poderosos del país.

Pero a Elizabeth nunca le importó el estatus. Lo que realmente le importaba era el amor.

Estaba tan radiante que ni siquiera se molestó en leer los términos del acuerdo que sellaría su futuro. Desconocía por completo las deudas de la familia, ya que su padre y su madrastra les ocultaron la verdad a ella y a su medio hermano, Edward, mientras intentaban mantener un estilo de vida que ya no podían permitirse.

La madre de Lizzie había fallecido cuando ella tenía solo siete años.

Su padre, devastado por la pérdida, se sumió en una profunda tristeza, volviéndose apático y distante, casi ausente de la vida de su hija.

Un año después, se volvió a casar con Helen, una mujer fría, manipuladora y codiciosa. Con ella, nació Edward, quien pronto se convirtió en el centro de atención.

El niño creció malcriado, mientras que Lizzie era cada vez más descuidada. Su padre hacía todo lo que Helen quería, y delante de él, incluso fingía afecto por Lizzie.

Lizzie, a su vez, sintió un flechazo por John desde el momento en que lo vio, poco después de cumplir diecisiete años.

Él mostró cierto interés, lo que la abrumó. Sin embargo, ella era aún muy joven y pronto se fue a estudiar al extranjero. Se encontraban ocasionalmente en eventos sociales a los que asistían ambas familias, pero rara vez hablaban.

Dado que la familia de John era una de las más ricas e influyentes del país, no faltaban jóvenes que intentaban conquistarlo.

Lizzie, a pesar de ser alegre y espontánea por naturaleza, se volvía tímida en su presencia. Aun así, era evidente para todos que se estaba convirtiendo en una joven cada vez más hermosa y atractiva.

Tras completar sus estudios de negocios por insistencia de su padre y tomar un curso de cocina, soñaba con abrir un negocio en ese sector.

Estudió en una de las escuelas culinarias más prestigiosas de Francia, trabajó con chefs famosos e incluso ganó un concurso.

Estaba a punto de anunciar sus planes a su familia, pero la noticia de la boda cambió drásticamente sus planes y sueños.

Lizzie creía estar viviendo un cuento de hadas. Soñaba con que, con el tiempo, conquistaría el corazón de John.

Ya lo imaginaba enamorándose de ella, como en las novelas románticas que leía de adolescente. Durante tantos años, había cultivado un amor puro, sincero, aunque ingenuo.

Lo que no sabía era que el matrimonio era una sentencia.

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