—ASS—
Estoy en mi camerino, con los audífonos a todo volumen, escuchando Set fire to the rain de Adele y leyendo mis diálogos …
Después de enviar ese correo al curador del MET nos vinimos al teatro, pues tenía ensayo con la compañía para el estreno de la próxima obra y, en resumidas cuentas, ha sido la mejor forma de dilatar la llamada a mi madre…
¿Tengo miedo? Obvio.
¿De qué? De lo más obvio…
¿Quiero respuestas? Obviamente que sí.
Creo que el alma de Dolores Umbridge me persigue, pues cada frase que sale de mi cabeza es un verdadero incordio. Estoy hecha una maraña de dudas y sé que la única que podrá resolverlas es ella. Mi mamá…
Retomo mi texto, a ver si con eso me saco este dolor de cabeza que tengo desde la madrugada. Además, el sueño ahora me está pasando factura y ya se me acabó la última gota de mí delicioso café. Sigo por alrededor de una hora aprendiéndome los diálogos de Helena de Troya, que es mi próximo personaje y comienzo a pasearme de un lado a otro, en mi pequeño camerino, y a hablar en voz alta para escucharme y memorizar...
Helena: lo de anoche fue un error y Menelao no debe saberlo...
—Alma… Alma María de la reencarnación —me grita Dana con un café del Starbucks en una de sus manos y una bolsita de papel en la otra, se ve tan chistosa que me largo a reír.
—Jajaja, te ves tan chistosa, Dana. ¿No has pensado en ser actriz? es que estás lista para la comedia de los tres chiflados.
—Ja, ja, ja, chistosita tu. Toma, tu café y tu rollo de canela y venérame —me acerca mis antojitos y yo, lo primero que hago es beber el delicioso elixir negro.
—Aww, tan divina, te amito. — la abrazo y le doy un sonoro beso.
—Sí, sí, cuando te conviene ¿Llamaste a tu mamá?
—Ash, ¿tenías que recordármelo? Aún no, estoy juntando fuerzas.—respiro hondo y vuelvo a beber.
—Cariño…
—Lo sé, lo sé, soy una cobarde, pero tengo miedo. Siento que mamá no me querrá allá y que todo se va a complicar con mi llegada. ¿No será mejor que llegue a casa y les dé una sorpresa?
—¿Qué? ¿Estas loca? ¿Quieres matarla de un infarto?
—¡No! —me muerdo las uñas y miro mi teléfono, luego a Dana y nuevamente a mi teléfono. Respiro hondo y me decido—tienes razón, Dana. Al mal paso darle prisa. La llamaré, pero no te vayas porfis.
—Está bien, me quedaré contigo. —Dana se sienta a mi lado y toma mi mano dándome ánimo. Tomo el teléfono y marco el número uno de mis discado rápido, suena dos veces y escucho su bella voz.
—Mi pequeña…
—Hola mami, ¿cómo está todo por allá? ¿Mucho frío? — estamos terminando el invierno y en Nueva York se siente distinto que acá en California, de hecho, extraño la nieve y todo lo bueno de disfrutar en casita una rica taza de chocolate caliente con churros hechos por mamá.
—Para nada, acá todos bien, pero dime preciosa ¿Por qué tengo la dicha de escuchar tu hermosa voz?
—¿Cuándo me ibas a contar lo del compromiso? —suelto la bomba sin anestesia, se hace un silencio incómodo en la llamada y luego escucho suspirar a mi madre.
—¿Cómo lo supiste?
—¿No fuiste tú la que me envió la invitación? —pregunto con duda. Porque ¿Quién más me la iba a enviar?
—¿Qué? ¡No! ¡Por dios Alma! —bufa molesta y eso me deja más dudosa —. Pequeña, perdona si no te quisimos decir nada, pero con Adam todavía estamos en shock, Thomas y Natalie nos avisaron, hace menos de un mes, que estaban en una relación y hace solo unos días nos formalizaron que este domingo celebrarían su compromiso.
—¿Es feliz?
—Alma, no lo hagas… hija por favor.
—Es sólo una pregunta mamá, no le veo el problema.
—Se ve bien, pero no es mucho lo que lo vemos, realmente. Thomas se fue a vivir solo ya hace más de dos años y la verdad no he querido interferir en su vida, sólo nos vemos en el trabajo y algunas veces que viene a ver a los chicos. —¿Tanto has cambiado Thomas? ¿Cómo es posible que dejaras a mamá sola con todo lo que ella te cuida? No me explico que le habrá pasado para cambiar tanto, si él le encantaba estar en casa con mamá y los chicos ¿será por esto que no me quieren cerca?
—Ya veo. Pues la verdad es que te llamo para otra cosa también... Te tengo una muy buena noticia. —cambio abruptamente el tema, Dana lo nota y apreta mi mano, dándome ánimos. Cierro los ojos y respiro.
—¿Alguna nominación? No sabes lo orgullosos que estamos por todos tus éxitos.
—Lo sé mami, pero no es eso, este fin de semana estoy invitada a la gala del MET, así que me tendrás por algunos días por tú casa.
—¿Cómo? ¿Vendrás?
—Por supuesto, ya es hora de verlos a todos y dejar de seguir escondiéndome.
—Hija yo …
—Mami, te amo y creo que tenemos una conversación pendiente las dos, pero no por teléfono, necesito verte, verlos, los he extrañado muchísimo.
Escucho a mamá suspirar nuevamente, sé que le está costando hablar conmigo, pero la necesito. Necesito de sus abrazos y de sus mimos, quiero verla, a papá y a mis hermanos y definitivamente ya no hay nada ni nadie que me obligue a escapar y mucho menos seguir alejada de mi familia.
—Está bien, hablaré con tu padre, él también te extraña y creo que será bueno que nos reunamos todos, la familia es lo más importante y tu eres parte de ella. Te estaremos esperando, mi pequeña.
—Gracias mami.
—Te amo, hija. Nunca lo olvides.
—Lo sé. A propósito, Dana y Jex viajarán conmigo, si prefieres busco un hotel para …—no me deja terminar de hablar y ya me la imagino negando con su cabeza.
—¡No! La casa es lo suficientemente grande para todos, tranquila. Además, cuando Val y Ethan se enteren de que estarás acá querrán verte.
—Eso me gustó. —escucho unos golpes en mi puerta que indican que volvemos a ensayo, así que con todo el dolor del mundo debo decirle hasta pronto. —Mami, ya tengo que ir a ensayar.
— ¡Oh! Está bien, preciosa. Haré los preparativos para tu llegada.
— Gracias, mami. Te amo.
— Y yo a ti, mi pequeña. —Corto la llamada, limpio unas lágrimas que no noté que habían salido y Dana me abraza.
— Eres la mujer más fuerte que he conocido, Alma.
— Gracias, amiga. Vamos, que comience la función.
— Vamos.
Me quito la pena y vuelvo a ser ASS, el show debe continuar.