Amy:
—¿Podemos hablar?
Entro en el despacho de mi marido y me acerco a su escritorio. Alza la vista a
modo de saludo y me quedo maravillada una vez más por lo muchísimo que ha
avanzado su proceso de recuperación durante las últimas seis semanas.
Ya le han quitado la escayola y los vendajes. La verdad es que él había
afrontado su curación de la misma forma en que suele acometer cualquier otra
ambición: con una obstinación implacable y una gran convicción.
En cuanto el
doctor Goldberg dio el visto bueno para quitarse la escayola, le faltó tiempo para ir
a rehabilitación. Se había pasado los días ejercitándose durante horas para
restablecer la movilidad y el funcionamiento del lado izquierdo del cuerpo. Sus
cicatrices se notan cada vez menos, por lo que hay días en los que casi olvido que
estuvo gravemente herido y que pasó por un infierno del que había salido
relativamente ileso.
Nuestra estancia
en la clínica en Rusia y todas las operaciones le habían costado millones