(Alice)

Me senté a la mesa con el plato de sopa delante, pero solo el olor ya me revolvía el estómago. La tele encendida en el salón era lo único que rompía el silencio, hasta que la voz del periodista me hizo quedarme helada.

—“Una explosión tuvo lugar hoy, sobre las seis de la tarde, en el antiguo almacén de la zona este. Según la policía, no hubo heridos por el momento, pero las causas siguen bajo investigación. El comisario informó que había indicios de que alguien vivía allí, aunque todas las pistas sobre quién podría ser fueron misteriosamente borradas…”

Un escalofrío me recorrió la espalda y solté la cuchara. La comida perdió todo el sabor. Suspiré hondo, intentando tragar el nudo que me subía por la garganta.

—Come un poco, al menos —me dijo Julio, dándome un toque en el brazo.

Cogí la cuchara a regañadientes, la metí en la sopa y la llevé a la boca. El líquido bajó amargo, como si tuviera arena. Tragué a la fuerza, pero el estómago se me revolvía.

Miré el móvil que estaba sob