Ava Hills.
Me sentía extraña mientras caminaba por el pasillo del tribunal.
La condena de Camila y Charles había sido clemente, muy suave el castigo para mí pensar.
Antes de este momento, había anticipado con gusto y satisfacción el día del juicio, imaginando cómo finalmente verían la justicia prevalecer.
Sin embargo, lo que presencié me dejó un vacío profundo y una decepción.
Mi familia decía que era demasiado sentimental, yo deseaba apelar esa decisión del juez.
Más no me quedaron ganas al ver a Mel, con ese rostro desgarrado, arrodillada ante el estrado, llorando por su futuro y el de sus padres.
Ahora todo eso era parte de lo que sería su nueva vida sin lujos ni dinero y con sus padres en prisión.
En vez de sentirme felíz por la tan esperada justicia, lo que realmente me quedó fue la manifestación palpable de un remordimiento irreparable, y eso me llenaba de tristeza.
“Al malo lo atrapa su maldad.” , pensé tratando de consolarme.
Pasé el día sumida en mis pensamientos, atrapada en