A la mañana siguiente me despierto y antes de salir de entre las sábanas, me doy cuenta de que no traigo ropa encima, asustada volteo a ver a Reese, que sigue durmiendo plácidamente, luego miro por debajo de las sábanas y noto que tampoco tiene ropa.
—¡Reese, Reese! — Le sacudo del brazo asustada. —¿¡Que pasó anoche?! — Le pregunto asustada en voz baja.
Aturdido, me voltea a ver mientras se estira al tiempo que bosteza, luego se rasca la nuca y me mira con el ceño fruncido, esperando a que le repita lo que acabo de decir. Le vuelvo a repetir mi pregunta y me mira aún más extrañado.
—No pasó nada, a mitad de la noche empezaste a desvestirte, repetías entre dientes que tenías calor.
Le miro extrañada y trato de recordar lo que hice, luego me doy un golpe en la frente, ya que es verdad, por alguna razón me dio demasiado calor y sentía que me estaba cocinando en mis propios jugos, después de quitarme todo me sentí bastante aliviada.
—¿Tu qué haces sin ropa?
—Siempre duermo así.
—¿En