Que Josie diga que si y vuelven juntos :D ¿Que dirá ella? ¡Pues lo sabremos en el proximo capitulooo! gracias por leer, comentar y darle me gusta a los capituloos
Los ojos azules de Josephine se iluminaron por un instante, pero luego la cautela regresó a ellos.—No sería apropiado para una Druida desterrada como yo montar en un artefacto reservado para nobles —respondió, bajando ligeramente la mirada hacia sus manos—. Podrían vernos y eso le ocasionaría problemas a usted, milord Alfa.A pesar del tono formal que intentaba mantener Josephine, el anhelo en su voz resultaba tan evidente como el ligero temblor de sus dedos, que ahora jugueteaban nerviosamente con el borde de la manga borgoña de su vestido.Malcolm se encontró deseando borrar aquella expresión resignada de su rostro. Algo primitivo en su interior se rebelaba contra las barreras sociales que los separaban, contra las normas rígidas que habían truncado lo que una vez fue, sin que él lo recordara, pero como si se estuviera reescribiendo la historia una vez más, ahí estaba el Alfa, dejándose llevar…—Estamos solo tú y yo aquí... —señaló con una sonrisa tentadora que suavizaba sus faccio
Durante las siguientes dos horas, Malcolm le explicó la rutina diaria de los animales: cuándo debían ser alimentados, cómo y cuándo ejercitarlos, los cuidados específicos que cada uno necesitaba. Josephine escuchaba atentamente, haciendo preguntas ocasionales que revelaban un conocimiento más profundo del que Malcolm había anticipado.—Nunca imaginé que una Druida supiera tanto de caballos —comentó mientras salían de los establos, y Josephine pensaba que ya era hora de que sus niños regresaran, aunque aun no era hora del almuerzo.—Los druidas somos versátiles, milord Alfa —respondió ella con una sonrisa enigmática—. Aprendemos a valorar a todas las criaturas.Y así, de regreso a la casa, Josephine comenzó a preparar el almuerzo mientras Malcolm estaba de pie, recostado sobre la pared de la cocina, mirándola trabajar.—Tu comida es excelente —dijo Malcolm mientras se sentaba nuevamente a la mesa, tomando un trozo de pan que Josephine hizo en la mañana—. No recuerdo haber probado algo
«Narra Josephine»No pude controlar el temblor de mis manos mientras Malcolm deslizaba el anillo en mi dedo. No temblaba por nerviosismo o porque me arrepintiera, temblaba por miedo. Porque allí en los Dominios Elevados, donde solo vivía la élite de los Alfas, amar a quien no debías podía llevarte a la muerte.—La luna y las estrellas son testigos de esta unión —dijo Malcolm, y noté cómo su voz, normalmente firme, también temblaba—. Yo, Malcolm I McTavish, te tomo como mi esposa y compañera de vida, a ti, Josie.Ambos sonreímos cuando me llamó "Josie". Un pequeño momento de complicidad en medio del peligro.—Josephine Fletcher... —susurré, diciéndole mi nombre completo.Malcolm sonrió, mirándome con esos ojos grises azulados que tanto me gustaban, diciendo:—Te tomo como mi esposa y compañera de vida, Josephine Fletcher…En ese momento, nos encontrábamos en una pequeña cabaña abandonada en el borde del "Gran Bosque" que apenas era visible en la oscuridad. Pero dentro de la cabaña, las
«Narra Josephine»Malcolm se tensó mirando hacia la ventana, pude ver cómo su cuerpo ya estaba listo para transformarse y protegerme. Contuvo la respiración, agudizando sus sentidos de Alfa, pero luego, pude ver cómo sus hombros se relajaron y dejó de tener el ceño fruncido.—Solo es un animal —susurró tras unos segundos eternos.Exhalé, pero el miedo no me abandonó. ¿Cómo podría? Estaba a punto de huir con el hijo del segundo hombre más poderoso del reino, un Alfa prometido a la hija de la manada Silvercliff. En el reino había tres familias Alfas poderosas: la familia real, que era la manada Lycanburg, luego estaban los McTavish y seguían los Silvercliff. Malcolm estaba comprometido con la hija de los Silvercliff desde que tenía memoria, ya que esa unión sellaría el control absoluto sobre las minas de aerolita y, con ellas, el poder sobre todos los Dominios Elevados que eran donde vivían los poderosos.Y yo, ¿quién era yo? Una druida huérfana, talentosa sí, pero nacida en las Tierras
ONCE AÑOS DESPUÉSTIERRAS BAJAS: DISTRITO CORONA DE NIEBLA«Narración general»—¡Zacary, no te alejes tanto! —llamó Josephine al ver cómo su hijo de diez años se adelantaba corriendo—. Lyra, cariño, ¿podrías vigilar a tu hermano?—Sí, mami —respondió la niña mirando a su madre—. ¡Zacary! —gritó Lyra—. ¡No te alejes demasiado!—¡Cállate, Lyra, tú no me das órdenes! —replicó el pequeño a su hermana melliza.—¡Zacary! —exclamó Josephine, y bastó con ese tono para que su niño se encogiera de hombros, redujera el paso y esperara a su hermana y a su madre.—Mami, déjame ayudarte con la tinaja, sabes que puedo —pidió Zacary, extendiendo sus brazos hacia el pesado recipiente que su madre cargaba.—No, mi amor, luego sospecharían... recuerda, un niño de diez años no debería poder cargar algo tan pesado. ¿Qué es lo que no deben saber los del pueblo?—No deben saber que soy un lobo, ya lo sé —respondió el pequeño poniendo los ojos en blanco, cansado de escuchar siempre la misma advertencia.—Exa
—Mamá, mira —Lyra señaló hacia el pozo que ya se divisaba en el claro—. Hay mucha gente hoy. ¿Por qué será? —preguntó la niña, quien llevaba un ramo de flores recogidas durante el camino, mientras Zacary blandía un palo que usaba como espada.—Es extraño... nunca está tan concurrido a esta hora —comentó Josephine, reacomodando la tinaja entre sus manos.Una pequeña multitud se agolpaba alrededor del pozo de piedra: principalmente mujeres y algunos niños, todos con cubos, cántaros y tinajas, esperando su turno. Josephine apretó inconscientemente los labios.—Quédense cerca de mí —murmuró—. Y recuerden...—Somos humanos, somos druidas en formación —recitó Zacary en voz baja, rodando los ojos con exasperación adolescente prematura—. Lo sabemos, mamá.Al instante recibió un golpe de su hermana en el brazo.—¡Volviste a rodar los ojos!—¡Lo hago sin pensar! —se defendió Zacary, encogiéndose de hombros.El niño no comprendía realmente el peligro. ¿Cómo podría? Josephine había ocultado mucha
Con el corazón martilleando contra sus costillas, Josephine dejó su tinaja en el suelo, como si quisiera descansar. Rápidamente metió la mano en su túnica y sacó un polvo que siempre llevaba "por si las dudas", el cual espolvoreó en el rostro de sus hijos mientras fingía acariciarlos. Era un inhibidor de olor.—¡Te estoy llamando, druida! —gritó el hombre, reconociendo a Josephine por su túnica verde con capucha, el color distintivo de los druidas especializados en pociones.Josephine se volvió lentamente, manteniendo a los niños parcialmente ocultos tras su cuerpo.—Buenos días, señores —saludó, bajando la mirada como correspondía a una simple druida de las Tierras Bajas ante la autoridad—. ¿En qué puedo ayudarlos?El capitán se acercó, escrutándola con ojos entrecerrados. Llevaba una lista en la mano donde también figuraban nombres de mujeres.—¿Nombre?—Josephine Fletcher, druida del Círculo de la Niebla.El hombre consultó su lista, y Josephine sintió que el tiempo se detenía. ¿Y
Malcolm observó con fría indiferencia cómo la druida y los dos niños se alejaban por el sendero. No sintió el más mínimo remordimiento por haberla empujado con aquella violencia, aunque notó que ella se había lastimado la mano. No era gran cosa; ella, como druida, podría curarse fácilmente. Sin embargo, algo en ese trío —la mujer y los niños— le resultaba inquietante, aunque no lograba identificar qué exactamente.«Solo estoy cansado», pensó, sacudiendo la cabeza para despejarse antes de continuar con su trabajo. Y realmente estaba exhausto; apenas había dormido cuatro horas en la última semana, lo que ya finalmente comenzaba a pasarle factura.—Capitán —exclamó Malcolm con ese tono autoritario que lo caracterizaba—, ordene que todos formen una fila. Cualquiera que intente marcharse sin ser revisado será arrestado inmediatamente. No perdamos más tiempo.—Enseguida, lord Alfa McTavish —respondió el capitán, acatando las órdenes de su señor.Buscaban a cinco Omegas y cuatro druidas. Ent