113. El regreso al caos
Para ese momento, el atardecer ya teñía el cielo de Altocúmulo cuando el dirigible que transportaba a Malcolm finalmente atracó en el puerto. Durante todo el viaje de regreso, una inquietud creciente había anidado en su pecho. No podía explicarlo, pero sentía que algo no estaba bien.
Sin perder tiempo, Malcolm montó a Sombra, que lo esperaba en el puerto gracias a las instrucciones que había enviado previamente. Con un golpe de talones, instó al animal a galopar a toda velocidad hacia el castillo McTavish, el que había construido en el Gran Bosque. Necesitaba cambiarse rápidamente antes de dirigirse a la casita del bosque, donde Josephine y los niños lo esperaban para cenar, como había prometido.
El camino hacia el castillo nunca le había parecido tan largo. Cuando finalmente las torres aparecieron ante su vista, notó algo extraño: había una actividad inusual en la entrada principal. Varios sirvientes se movían apresuradamente, y dos guardias armados flanqueaban las puertas principale