¿Que pasará ahora? ¡Entérense en el proximo capitulo! gracias por leer y darle me gusta al episodio :D
—Bueno, acuéstense y escuchen esta historia —dijo Malcolm cuando se acomodó en la silla, con el laúd descansando naturalmente en sus brazos como si fuera una extensión de sí mismo. Los niños también se acomodaron entre las sábanas, expectantes. Josephine, que estaba sentada en la punta de la cama, aprovechó para arroparlos hasta el cuello, rozando con sus dedos las mejillas tibias de sus pequeños.Sin perder más tiempo, Malcolm comenzó a tocar unos acordes que sonaban como una canción de cuna, y luego empezó a cantar con un tono de voz suave. Sus dedos se deslizaban por las cuerdas del laúd con la familiaridad de quien ha tocado el instrumento desde hace años. La melodía llenó la pequeña habitación, envolviéndolos a todos en un mar de notas delicadas que parecían bailar entre las sombras que hacia la lampara de aceite que reposaba en una mesita al lado de la cama.—Había una vez un lobo solitario —comenzó Malcolm, alternando entre cantar y hablar mientras sus dedos no dejaban de acaric
Josephine y Malcolm caminaban juntos hacia las caballerizas, llevando consigo una pequeña lámpara de aceite, la misma que habían usado en la habitación de los pequeños. Durante el camino, el silencio entre ellos se encontraba lleno de nervios por parte de los dos teniendo distintas razones para ello. Por su parte la respiración de Josephine se había vuelto ligeramente irregular, mientras que Malcolm parecía concentrado, como si estuviera planeando cada paso a seguir.—¿Estás segura de esto? —preguntó Malcolm repentinamente, deteniéndose a mitad de camino porque, aunque no podía oír el corazón de ella, todos sus gestos indicaban que ella se veía nerviosa—. Si no lo deseas realmente... —Su voz grave sonaba inusualmente vacilante, casi vulnerable.Josephine se giró hacia él, contemplando el rostro de Malcolm parcialmente iluminado por la lámpara. Había algo en su expresión que no había visto antes: incertidumbre.—Si lo deseo —respondió ella con firmeza, aunque su voz sonó más suave de lo
Y así, sin perder ni un segundo más, Malcolm cerró la puerta del cobertizo con un empujón suave, haciendo que el chirrido de las bisagras se escuchara como un eco sordo. Cuando ya tuvieron mayor privacidad, él se giró hacia Josephine, caminando lentamente hacia ella.—Josephine… —murmuró, con su voz grave y cálida, y sin más dio un paso hacia ella, pequeñas nubes de polvo con sus pies descalzos —Si no estás segura, dímelo ahora —dijo a pesar de que los dos estaban desnudos y excitados.Ella lo miró, y sonrió extendiendo sus manos para acariciarle su rostro. —Lo deseo, milord Alfa —respondió con sus ojos brillantes de deseo por él, sin embargo, cuando ella se dio cuenta que sonó demasiado “feliz” por toda esa situación, carraspeó su garganta y dijo: —tampoco es que tenga muchas opciones… ser su amante, es mi forma de pagarle mi estadía aquí y la de mis hijos…Malcolm tragó saliva.—Así es, tus opciones son… limitadas. Ven aquí —ordenó y Josephine se acercó a él mientras Malcolm con una
Luego de un par de minutos, Malcolm retiró los dedos húmedos con lentitud, llevándolos a su boca para saborearla, en un gesto que la hizo jadear y arquearse aún más porque ella se volteó para mirarlo, y fue entonces que Malcolm se enderezó, sujetando su pene con una mano y con la otra las caderas de ella.—¿Estás lista para pagar su estadía aquí, Druida Fletcher? —murmuró Malcolm, esperando que ella dijera algo al respecto.—Si, sí. Estoy lista… —respondió la rubia, con su voz entrecortada, empujando sus caderas hacia atrás para enfatizar sus palabras.—Bien —dijo y con un movimiento lento pero firme, Malcolm la penetró, y al instante su pene grueso comenzó a deslizarse dentro de ella, estirándola, llenándola por completo.Josephine gimió por el placer y luego él se detuvo por un instante, dejando que ella se ajustara a su tamaño, mientras una de sus manos acariciaba su espalda con una ternura instintiva. Luego comenzó a moverse, teniendo un ritmo pausado al principio, siendo cada embe
Josephine y Malcolm tuvieron intimidad tres veces más esa noche, ya que no pudieron saciarse el uno del otro con un solo encuentro. Eran horas de la madrugada en ese momento, posiblemente las cuatro de la mañana, y solo fue entonces cuando Malcolm finalmente pareció satisfecho.Josephine permanecía tendida sobre el heno, agotada y maravillada a partes iguales. Jamás hubiera imaginado que su cuerpo pudiera responder así después de tantos años, ni que el deseo por Malcolm seguiría siendo tan intenso como para hacerla olvidar el paso del tiempo y todo lo que los rodeaba. Las cuatro ocasiones en que habían hecho el amor esa noche habían despertado en ella sensaciones que creía olvidadas, reviviendo el lazo que los había unido antaño, aunque solo a ella, no sabía si había sucedido lo mismo con él.Ahora, mientras contemplaba el techo del cobertizo, era plenamente consciente de su estado: el cabello enredado con briznas de heno, la piel enrojecida por la fricción, las rodillas y manos raspad
Malcolm sonrió, complacido por la respuesta de Josephine. Después de años viviendo con la fingida pasión de Sarah, había aprendido a distinguir la verdad del teatro. En los ojos de Josephine, en el temblor de su voz, reconocía una honestidad que lo reconfortaba profundamente.—Eso es bueno —sonrió—, porque vendré todos los días —dijo con una seguridad que no dejaba lugar a dudas—. Y todos los días tendremos intimidad. No te imaginas cuánto lo necesitaba… aunque no será todos los días durante las noches, veremos como hacemos con los niños, ya sabes, por el tema de que pagues tu estadía —carraspeó su garganta —soy un Alfa exigente.—Comprendo, milord Alfa, haré lo que pueda para… complacerlo.Malcolm guardó silencio. Aprovechando que ella mantenía la vista fija en el camino, se permitió una sonrisa que Josephine no alcanzó a ver. De esa forma, caminaron algunos metros envueltos en un silencio que, lejos de resultar incómodo, parecía cómplice. Finalmente, fue él quien rompió aquel mutismo
Ya eran las nueve de la mañana en la casa del bosque, mientras Malcolm, quien había regresado a la casa en las primeras horas de la mañana tras un breve paseo para despejar su mente, ahora se encontraba sentado a la mesa compartiendo el desayuno con los mellizos y Josephine. Aunque se suponía que debía irse, no quería hacerlo, una parte de él deseaba quedarse el resto del día con Josephine, con los niños, pero sabía que no podía. En ese instante, Lyra, con su energía habitual, parloteaba animadamente sobre los sueños que había tenido durante la noche, gesticulando con sus pequeñas manos mientras un mechón rebelde de su cabello castaño caía sobre su frente.—...y entonces el conejo del bosque nos guiaba hacia una cueva llena de cristales brillantes, ¿verdad, Zac? —preguntó, volteando hacia su hermano que masticaba distraídamente un trozo de pan con miel.—¿Y a mi qué? ¿Qué tengo que ver? —cuestionó el niño hablando con la boca llena de pan, con algunas migajas en las comisuras de sus l
El ceño de Zacary se frunció de inmediato, mostrando nuevamente esa actitud protectora hacia su familia.—¿Cómo le va a pagar mi mamá si no tenemos oro o plata? —cuestionó, con un tono que combinaba recelo y genuina curiosidad.Un entendimiento silencioso pasó entre Malcolm y Josephine. Ella comprendió perfectamente a qué tipo de "pago" se refería él, y un sutil rubor coloreó sus mejillas mientras bajaba la mirada.—No todo se paga con oro o plata, pequeño —explicó Malcolm con una sonrisa que escondía secretos que solo los adultos saben—. Tu madre me compensará con sus servicios aquí en la casa del bosque…Hizo una pausa calculada antes de añadir:—Así que lo que les traiga, no lo vean como regalos, sino como parte de nuestro acuerdo.Aquella explicación, formulada con cuidado para preservar tanto el orgullo de la familia como la naturaleza privada de su “arreglo” con Josephine, pareció satisfacer a los mellizos quienes se relajaron al instante.—Cuando vuelva —agregó Malcolm—, podríam