103. La terquedad que los mantiene vivos
Gael dejó de reírse gradualmente. El Druida Alder, que había conocido de primera mano lo que le hicieron a Malcolm, suspiró profundamente. El recuerdo seguía fresco en la memoria del viejo: poco después de ese hechizo lo habían enjuiciado y enviado al distrito subterráneo. Su crimen: decir que lo que le habían hecho al joven lord era una barbaridad y además haber hecho el ritual de casamiento de Josephine y Malcolm en secreto. Los jueces le habían recordado entonces su propia "barbaridad" al traer a la "Druida Golfa" que posteriormente había casado con Malcolm, sabiendo que él estaba comprometido con la hija de los Silvercliff.
—No, no eran hijos con Sarah, Druida Alder —explicó Gael, con su voz bajando a un tono más íntimo, casi conspirativo—. Los niños vivían en un monasterio donde me quedé escondido una sola noche. ¡Eran los hijos de la Druida esa con quien el demente se casó!
Su sonrisa se ensanchó, mostrando dientes blancos que contrastaban con la suciedad de su rostro.
—¿Y sabes