Estos se van corriendo entre las dunas del desierto, donde la arena danza gracias a la suave brisa que hace. Doy un paso hacia la salida de la casa pero siento como me toman del hombro. Miro al hombre como también mira hacia donde se fue mi tía y primo.
—Tú estás a salvo y ellos ahora tienen el poder, Iris. — me explica Adom.
—Papá...— un niño se acerca alanzado sus manos para que el hombre lo tome al hombro. —¿Otra vez vienen nosotros? — su pregunta hace que mis ojos se llenen de lágrimas.
—No. — le contesto yo con seguridad y le sonrió aunque estoy a punto de llorar. —No lo permitiremos.
Adom me miran sorprendido. pero llega a sonreír. Su niño asiente y mira el horizonte que esta oscuro decorado por las estrellas haciendo que su luz se refleje un poco en la arena. Cierro mis ojos concentrándome, solo necesito estar en un lugar que me sienta segura y que Anastasia piense que nunca iré. Un lugar que conoce quien soy...
—Iris, puedes tomar uno de nuestros