—Eres increíble —dijo él, su aliento cálido acariciando su piel. La halagaba, y eso la llenaba de confianza.
—Tú también —respondió, abriendo los ojos para mirarlo directamente a los ojos.
Alaric se detuvo un instante, su mirada fija en la de ella, como si quisiera asegurarse de que estaba bien.