Capítulo 32. Fiebre imposible.
—No me tomes como estúpida— Salomé bajó la bitácora con la intención de Zadye por continuar con la discusión. —Sé que lo hiciste a propósito porque me tienes envidia.
—Estoy realmente ocupada— le mostró. —No me hagas perder el tiempo así, por favor.
—¿Y lo que tú me hiciste perder?— le arrebató el bolígrafo de golpe. —Te pedí ayuda para cambiar mi guardarropa y me llevaste con un diseñador fracasado que no es más que un vendedor de calle.
—Con Guille no te metas— se enfadó Salomé.
—Deja de ver por otros que quedarán en nada, no seas idiota— Zadye apenas pudo ver cuando Salomé le arrancó el bolígrafo de las manos.
—Vuelve a llamarme idiota— soltó entre dientes y su prima levantó las manos en señal de disculpas.
—No es contra tí, primita— quiso tocarle el pelo, pero Salomé ladeó el rostro. —Tengo derecho a sacar mi frustración. Te pedí ayuda para entrar al club Ecuestre de los Sullivan y no hiciste nada cuando el…tu prometido me insultó prácticamente al colgarme.
Salomé logró cont