Leandro
—Nos vamos a meter en problemas. ¡No puedes estar ahí arriba!
—¡No me voy a caer! —siguió escalando más alto —¡Pero si me gritas todo el tiempo, puedo desconcentrarme!
—¿Por qué eres terca? Las niñas deben obedecer a los hombres. Hazme caso. ¡Bájate de ahí!
—¡No le hago caso a mi papá! ¡Mucho menos se lo haré a un niño! —Agacho su mirada a verme —. ¡Me gusta ver el paisaje desde aquí! ¡Mejor sube, ¿o tienes miedo?!
—¡No le tengo miedo a nada! —empecé a escalar detrás de ella.— ¡Si mi papá nos regaña, será tu culpa!
—¡Deja de ser tan gruñón y sube!
—Papá tiene razón, las pelirrojas solo traen problemas – llego hasta la rama donde está sentada y me siento a su lado.
—No eres como las niñas normales.
—Mi tía dice que la normalidad es aburrida, es mejor ser diferente y única.
—Pero tú te pasas. Deberías jugar a las muñecas, no estar trepada a un árbol.
—Las muñecas no se mueven, es aburrido, pero a mi hermana sí le gustan. Yo prefiero dibujar y correr.—Se empieza a mover y me empuj