Justo en ese momento, Victoria y Penélope regresaron del baño.
Paula rápidamente apartó la mano de él, mientras Manuel retrocedía velozmente a su asiento.
Penélope, percibiendo la tensión en el ambiente, preguntó con cautela: —¿Está... todo bien?
Manuel permaneció en silencio, mirando fijamente a Paula.
Estaba exigiéndole que tomara una decisión en ese mismo instante.
Paula respiró profundamente y sonrió: —No pasa nada, estamos bien.
Así fue como pasaron de ser socios que habían tenido un encuentro casual a convertirse en una pareja abierta que mantenía relaciones de manera justificada.
...
Saliendo de sus recuerdos, Paula empujó la boca del hombre que se acercaba: —¿No tienes límite? ¡Arranca el coche!
—¡Solo un beso más! No me he quedado satisfecho...
Paula solo quería poner los ojos en blanco: —Manuel, ¿cómo puedes ser más pegajoso que Papu?
Papu era un pequeño caballo extranjero que Paula criaba en su establo.
Tenía un carácter excelente y era particularmente cariñoso con su dueña.