—¡Bien!
Los dos partieron inmediatamente, corriendo a toda velocidad hacia la zona A, la más cercana.
A mitad de camino, se encontraron con el grupo de Enrique.
Al verlos con tanta prisa, Enrique supuso que tenían alguna emergencia. Sumando viejos rencores a nuevos, deliberadamente les bloqueó el paso: —¿Por qué tanta prisa? ¿Adónde van? Cuéntenme...
Talia, al ver su actitud descarada, supo de inmediato que no tenía buenas intenciones. En circunstancias normales, le habría respondido con algunas puyas, pero ahora solo podía pensar en la seguridad de Lucía y no tenía tiempo para enredarse con él.
Sin embargo, recordó que Enrique era un adulador que sabía caer bien a todos y que durante el viaje había estado charlando constantemente con el profesor encargado en el autobús. ¿Tendría su información de contacto?
—Enrique, ¿sabes el número del profesor encargado? ¡También me sirve su WeChat! Necesitamos encontrarlo con urgencia.
Enrique arqueó las cejas y calculó mentalmente: una emergencia,