—¡Bien!Los dos partieron inmediatamente, corriendo a toda velocidad hacia la zona A, la más cercana.A mitad de camino, se encontraron con el grupo de Enrique.Al verlos con tanta prisa, Enrique supuso que tenían alguna emergencia. Sumando viejos rencores a nuevos, deliberadamente les bloqueó el paso: —¿Por qué tanta prisa? ¿Adónde van? Cuéntenme...Talia, al ver su actitud descarada, supo de inmediato que no tenía buenas intenciones. En circunstancias normales, le habría respondido con algunas puyas, pero ahora solo podía pensar en la seguridad de Lucía y no tenía tiempo para enredarse con él.Sin embargo, recordó que Enrique era un adulador que sabía caer bien a todos y que durante el viaje había estado charlando constantemente con el profesor encargado en el autobús. ¿Tendría su información de contacto?—Enrique, ¿sabes el número del profesor encargado? ¡También me sirve su WeChat! Necesitamos encontrarlo con urgencia.Enrique arqueó las cejas y calculó mentalmente: una emergencia,
Enrique casi saltó para darle un bofetón: —¿Eres idiota? A esta hora los empleados ya terminaron su turno, ¡no vas a encontrar a nadie!Gregorio se rascó la cabeza, dudó un momento, pero finalmente decidió: —No importa si los encuentro o no, al menos hay que intentarlo, ¡no podemos quedarnos sin hacer nada!Dicho esto, sin preocuparse por la reacción de Enrique, dio media vuelta y salió corriendo.Al ver que no conseguirían nada útil de Enrique, Carlos y Talia continuaron su camino. Pero por extraño que pareciera, atravesaron toda la zona A sin encontrarse con una sola persona.Talia estaba a punto de llorar de desesperación: —¿Qué vamos a hacer? Lucía lleva desaparecida casi dos horas, y nosotros seguimos dando vueltas como moscas sin cabeza, ¡sin encontrar ninguna solución!Carlos, al ver cómo las lágrimas cristalinas de Talia comenzaban a caer una tras otra, perdió la poca calma que le quedaba. —No, no llores, estamos buscando soluciones...—¿Pero hemos encontrado alguna? ¡No! Estoy
La noche había caído por completo y faltaba poco para las siete —la reunión estaba llegando a su fin. El moderador anunció su nombre y, bajo la atenta mirada de miles de personas, Daniel subió al escenario para dar el discurso de clausura de la conferencia académica.Durante su intervención, su teléfono vibró dos veces, pero no pudo atenderlo. Sin saber por qué, sintió de repente un mal presentimiento mientras su párpado comenzaba a temblar involuntariamente.Primero hizo un breve resumen de los temas tratados en la conferencia —una visión elevada pero sustanciosa. El público escuchaba con interés, asintiendo en señal de aprobación. Sin embargo, quienes solían asistir a sus presentaciones habrían notado algo diferente en Daniel ese día...Normalmente, sus informes eran meticulosos y progresivos, pero hoy terminó todo con inusitada rapidez. Tras hacer una reverencia de agradecimiento, salió a grandes zancadas de la sala ante la mirada atónita de sus colegas.Tomó su teléfono e inmediata
La luz de la luna brillaba clara mientras un viento helado aullaba. Sin embargo, dentro del bar el ambiente era cálido como el verano.Diego había organizado una reunión para beber, y un grupo de personas jugaba animadamente a las cartas.—¡Un par de doses, gané! ¡Ja, ja, tu Ferrari es mío ahora! —exclamó uno.—¡Trampa, trampa! ¡Otra ronda!—Vaya, qué mal perdedor eres. Está bien, te daré otra oportunidad, pero si gano la próxima mano, también me darás tu apartamento en Bahía Lunar.—¡Trato hecho!¡Solo era un apartamento y un coche, podía permitírselo!Diego no apostaba, simplemente observaba la diversión. Al terminar una mano, miró hacia atrás y vio a Mateo sentado solo en el sofá, bebiendo taciturno.—Mateo, ¿por qué te pones a beber nada más llegar? Están apostando fuerte, ¿no quieres jugar una mano?Mateo, sin interés alguno, respondió: —Diviértanse ustedes.Mientras hablaba, volvió a servirse más vino. Una botella de buen Lafite, tratada con la delicadeza de un buey masticando pe
Cuando regresaba a su alojamiento, escuchó a dos empleados susurrando que alguien importante estaba exigiendo responsabilidades desde arriba, e incluso había dado una orden terminante: si no encontraban a la persona desaparecida, todos perderían sus empleos.¿Qué tipo de influencia, qué respaldo, qué poderoso patrocinador se necesitaba para conseguir algo así?Carmen sentía que le hervía la sangre y casi quería salir corriendo para gritar a esos dos: ¡No tiene ninguna maldita influencia ni respaldo! ¡Es solo una mercancía de segunda mano que mi hermano usó y luego desechó!Ahora que Mateo llamaba, instintivamente pensó que era por Lucía.—¿Acabas de decir que Lucía ha desaparecido? ¿Cómo es posible? ¿Dónde estás ahora? —Mateo se incorporó bruscamente, apretando la copa con tanta fuerza que casi la rompe.Carmen quedó desconcertada: —...Entonces, ¿no llamabas por lo de Lucía?Con los ojos enrojecidos, Mateo respondió palabra por palabra: —Responde primero a mi pregunta. ¿Por qué ha desa
—¡Jorge, estoy aquí! —respondió Lucía con todas sus fuerzas.La zona tropical de la base botánica, con su densa vegetación selvática, limitaba la visibilidad y resultaba fácil perderse para quienes no conocían el terreno.Aunque Jorge había preguntado a Talia antes de entrar, solo conocía la dirección aproximada. Mientras más se adentraba, más débil se volvía la iluminación, hasta que finalmente no penetraba ninguna luz.La oscuridad era absoluta, imposible ver ni siquiera la mano extendida. Aunque llevaba una linterna, el área de búsqueda era tan grande y el haz de luz tan pequeño que, por precaución, caminaba mientras llamaba su nombre.Afortunadamente, tuvo suerte. Después de caminar aproximadamente media hora, pisando charcos todo el camino, justo cuando se disponía a buscar en otra dirección, escuchó la respuesta de Lucía.—¡No te muevas! Voy hacia ti...—¡Bien!Su voz sonaba bastante normal, lo que sugería que no corría peligro de muerte. Jorge pudo finalmente soltar parte de la
—¿Tan rápido? —preguntó Lucía sorprendida.Daniel asintió levemente mientras sacaba un termo de su mochila: —Te has mojado con la lluvia y tu ropa está húmeda. Bebe un poco de agua caliente para entrar en calor.Era un termo de vacío. El agua tibia, a unos cincuenta grados, transmitió una sensación de calidez inmediata al beberla, haciendo que toda la parte superior del cuerpo se calentara.Lucía no pudo ocultar su asombro: —¡Profesor, incluso trajo agua caliente!Daniel no respondió, pero levantó la mirada casualmente y se encontró con la mirada inquisitiva de Jorge.—El profesor Medina viene extremadamente bien preparado, ¿no?Daniel respondió con tono neutro: —Acostumbro a preparar todo antes de salir. Si las heridas de Lucía hubieran sido más graves y no tuviéramos medicamentos a mano, las consecuencias serían impensables.Jorge suspiró con resignación, sintiendo que había una indirecta para él.Lucía: —...Por cierto, profesor, ¿conoce el camino de regreso?Daniel: —Con esta oscuri
—¿Una base botánica tan grande y no tienen ni un empleado de turno nocturno? O quizás esté durmiendo o holgazaneando... —comentó Jorge, preparándose para presionar nuevamente.Pero antes de que su dedo tocara el botón, la alarma emitió un fuerte zumbido.—¿Qué está pasando? —preguntó confundido.Lucía sintió de repente un mal presentimiento que se confirmó instantáneamente al ver la expresión de Daniel que claramente decía "justo como esperaba".Daniel: —Has sido demasiado impulsivo.Actuando sin verificar primero.Jorge, desconcertado: —Claramente el símbolo indica esto, ¿dónde está el problema?Daniel: —La campana amarilla tiene dos significados. Uno es el que mencionaste, para contactar con el exterior en caso de emergencia; el otro es una alerta preventiva.—¿Alerta preventiva?—El zumbido que estamos escuchando ahora es una advertencia. En este tipo de jardines botánicos, aunque la probabilidad de encontrar depredadores grandes es mínima, abundan serpientes, insectos, ratones y ho