—¿No estabas bailando con tu novia? ¿Cómo tienes energía para prestar atención a lo que pasó por aquí? —preguntó Jorge cruzándose de brazos con una sonrisa enigmática.
—Con tanto alboroto, era difícil fingir que no lo notaba —respondió Mateo.
Jorge se encogió de hombros con indiferencia: —Era de esperarse. No es la primera vez que me rechazan, y tú deberías conocer mejor que yo el carácter de Luci.
La expresión de Mateo permaneció impasible, con media cara oculta en las sombras bajo la tenue luz de la calle. —Te lo dije, no tendrás ninguna oportunidad.
—Al contrario —sonrió Jorge—, ¡me parece fascinante! Sabes que cuanto más alta es la montaña, más me motiva escalarla. Que no lo logre una vez no significa que siempre vaya a perder. En algún momento llegaré a la cima y contemplaré todo desde arriba.
—Solo espero que no te mates en el camino antes de llegar —se burló Mateo.
—No importaría. Morir en el intento sería glorioso, ni ridículo ni trágico. ¿Sabes qué es realmente trágico?
Mateo