Jorge se quedó atónito. ¡¿Permitía que la agarrara así?! Y encima asentía dócilmente diciendo "vale", ¡¿y se dejaba llevar?!
Jorge observaba con ojos enrojecidos... pero, ¿quién era este tipo?
Normalmente si alguien rozaba a Lucía por accidente, ella saltaba dos pasos atrás, ¿cómo es que este...?
Claro, ¡no había prestado ninguna atención cuando Tacio hablaba con la patrona!
—Señor Fernández... ¡¿Señor Fernández?! —el gerente del proyecto que acompañaba a Jorge lo llamó dos veces sin respuesta, y tuvo que alzar la voz.
—¡¿Qué?! —la mirada gélida que recibió hizo que el gerente sintiera escalofríos y le costara respirar.
—Su... su teléfono está sonando —tragó saliva y se limpió el sudor.
Jorge sacó el móvil y colgó sin expresión alguna.
El gerente sintió un vuelco en el corazón, más nervioso aún.
Mientras tanto, los primos ya estaban comiendo.
—¿Qué tal está? —preguntó Tacio.
—¡Muy bueno! —asintió Lucía inmediatamente.
—La patrona se especializa en comida para obras, no solo cocina bien