Jorge frunció el ceño e interrumpió impaciente:
—¿A quién vas a hacer caso, a ti o a mí?
El hombre se encogió y no se atrevió a decir más.
La voz familiar hizo que Lucía mirara instintivamente en esa dirección.
Justo entonces, Tacio la llamó:
—¡Lucía, ven a sentarte!
Jorge giró bruscamente la cabeza.
Sus miradas se encontraron y ambos se sorprendieron. Jorge fue el primero en reaccionar, sonriendo mientras se acercaba a ella con alegría y asombro en los ojos:
—¡¿Qué haces aquí?!
—Vine a ver la obra.
—¿Qué obra tienes tú que ver?
—¿No puedo ver una obra?
—No es eso... pero si ni estudias esto ni te dedicas a ello, ¿qué vienes a ver? ¿Por curiosidad o por diversión?
Lucía tosió suavemente:
—Tengo un terreno aquí, voy a construir. ¿Algún problema?
—¿Aquí? ¿Un terreno? —Jorge pareció recordar algo y su expresión cambió—. ¿El que te dio Mateo?
—¡¿Cómo lo sabes?! —Lucía abrió los ojos sorprendida.
El hombre resopló:
—¿Qué no sé yo de lo tuyo con él?
Cuando Mateo iba a regalar el terreno, inc