—No bien terminó de hablar Ana, una figura alta emergió del interior. Lucía se quedó paralizada. Ana hizo las presentaciones:
—Te presento al alumno estrella del profesor Jiménez, Jorge.
El hombre sonrió levemente y extendió su mano hacia Lucía:
—Encantado.
—¿Tú... eres estudiante del profesor Jiménez? —preguntó Lucía, sorprendida.
—¿Qué? ¿No lo parezco?
—...No es eso.
Ana miró a ambos con curiosidad:
—¿Ya se conocían?
Jorge asintió:
—Sí.
Y desde hace mucho tiempo...
—¡Qué casualidad! Entonces ya somos todos conocidos. ¿Por qué no te quedas a cenar?
—Gracias profesora, acepto encantado —respondió Jorge.
Lucía ya tenía planeado quedarse a cenar de todos modos. La empleada preparó varios platos, incluyendo dos que eran los favoritos de Lucía. Ya fuera intencional o no, cuando se sentaron, Jorge le cedió a Lucía el asiento más cercano a sus platos favoritos, tomando él mismo el lugar contiguo. Ana arqueó una ceja al notarlo. Lucía lo tomó como una coincidencia, sin darle mayor importancia