Capítulo 284
María se volvió con una sonrisa repentina:

—Me voy a dormir, estoy cansada. Te encargo que cuides a Mateo.

Dicho esto, salió tranquilamente de la cocina.

María se quedó perpleja.

¿Qué estaba pasando? ¿No era ella quien siempre insistía en llevar la sopa para la resaca? ¿Por qué este cambio tan repentino?

María sirvió la mitad de la sopa en un tazón, lo colocó en una bandeja y lo llevó hasta la habitación principal.

Mateo no había bebido mucho esa noche, pero como no había cenado, comenzaba a sentir molestias en el estómago.

Cuando María llegó con la sopa caliente, no la rechazó y se la bebió de un tirón.

María se retiró con la bandeja y el tazón vacío, cerrando suavemente la puerta tras de sí.

Mateo se recostó y cerró los ojos, esperando que el malestar estomacal disminuyera.

Pasó un tiempo indefinido y aunque su estómago mejoró, empezó a sentir cada vez más calor.

Cuando estaba por levantarse para bajar la temperatura del aire acondicionado, la puerta se abrió desde fuera.

Sofía, desc
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