—Claro que sí —asintió Diego sin rodeos—. Me comunico frecuentemente con Lucía, ¿por qué?
Manuel entrecerró los ojos, como si pudiera ver a través de todo: —Sé lo que quieres preguntar.
—Te preguntas si Diego mantiene contacto con Lucía, o si yo estoy dispuesto a ayudarla hoy, por consideración a ti o por ella misma. —Manuel hizo una pausa—. Te puedo responder claramente: es por Lucía misma, no tiene nada que ver contigo. Y supongo que con Diego es igual.
Mateo frunció el ceño.
—¿Por qué?
Manuel soltó una risita: —Las relaciones entre personas se basan en la reciprocidad, ¿no? Cuando hay dar y recibir, naturalmente se forma una amistad.
—¿Crees que Lucía fue solo una sombra durante estos seis años? Nos reuníamos al menos dos o tres veces al mes, ¿no? Tuvimos bastantes oportunidades de tratarla.
—Hablando de Diego, si no me equivoco, Lucía te arregló la computadora y hasta te escribió un programa, ¿verdad?
—¡Sí, sí! —Diego asintió enérgicamente—. Lucía es excelente programando. Aquella