—Mmm, Manuel también está aquí.
Mateo: —Dirección.
—El bar de siempre.
—Llego en quince minutos.
...
En el bar, la música era estridente, con letras vulgares y melodías repetitivas.
Al cerrar la puerta del privado, pareció separar dos mundos diferentes.
—¡Llegaste, Mateo! —Manuel, abrazando a una mujer voluptuosa con ropa provocativa, saludó sonriendo cuando Mateo abrió la puerta.
Mateo fue directamente a sentarse en el sofá.
Manuel le hizo un gesto con los ojos a la mujer a su lado, quien inmediatamente se acercó a Mateo con una sonrisa seductora.
—No me toques —Mateo le sujetó la mano inquieta, apartándola de su muslo.
La sonrisa de la mujer se congeló y miró a Manuel en busca de ayuda.
—¿Qué? ¿No te gusta? —Manuel arqueó una ceja— Podemos cambiarla.
Mateo se sirvió una copa de vino tinto: —No me interesa.
—Tsk... antes no eras así. Después de dejar a Lucía, ¿no deberías estar más liberado? ¿O acaso... la que está embarazada en tu casa te controla demasiado? No tiene sentido...
Si an