En ese momento, se escuchó la voz de un empleado:
—El problema técnico ha sido resuelto. Por favor, salgan en orden...
Con alguien organizando, el caos terminó rápidamente. Lucía, sin ganas de quedarse más, salió apresuradamente. Mateo se soltó y la siguió.
Sofía, apretando los dientes, llamó:
—Mateo, espérame...
En la salida, Paula ya estaba afuera. Al enterarse del incidente, casi entra de nuevo buscando a Lucía. Afortunadamente, media hora después, Lucía salió ilesa.
Paula corrió hacia ella:
—¿Estás bien? Casi me muero del susto con esa alarma.
—Estoy perfectamente. Vámonos ya, estoy cansada.
Paula asintió:
—Ok, vamos... Espera, ¿ese no es Mateo?
Justo entonces, Mateo y Sofía salieron uno tras otro.
—Qué mala suerte encontrarnos con ese idiota hasta aquí.
Lucía apenas miró:
—Ya, tranquila. Fue casualidad. Vámonos.
De camino a casa, Paula, cada vez más molesta, dio un giro inesperado.
Lucía, confundida, preguntó:
—¿No íbamos a casa?
—Cambié de opinión. ¿Quién necesita hombres? H