Después de decir eso, Mateo se subió al auto y se fue a toda velocidad, dejando a Paula furiosa. Ella empezó a gritar:
—¡¿Qué clase de persona es esta?! ¡Canalla! ¡Desgraciado! ¡Basura! ¡Me saca de quicio!
—Te lo digo, — dijo agarrando la camisa del chico guapo, —¡Esta vez Lucía no volverá con él! ¡De ninguna manera!
El chico guapo trató de calmarla:
—Sí, sí, tranquilízate...
Pero, ¿era posible? Este hombre parecía tan seguro, como si ya tuviera todo planeado. Miró a Paula de reojo, pensando que ojalá ella pudiera ser tan devota a los hombres como su amiga... ¡Alto ahí! Ni en sueños se atrevería a pensar eso.
En el auto, Mateo recibió una llamada.
De mal humor, contestó fríamente:
—¿Qué pasa?
—Amor, encontré un restaurante increíble. Tienen cangrejos deliciosos. Mañana es sábado, ¿por qué no vamos a comer? ¿Te parece?— La voz alegre de Sofía sonó al otro lado de la línea. Sabía que a Mateo le encantaban los mariscos, así que intentaba complacerlo. Además, no habían hablado desde ano