Varias veces había sido tan directa, y él seguía imperturbable. No podía entender qué le molestaba tanto.
¿Acaso creía que al hacer esto estaba "guardándose" para Lucía? ¡Qué ridículo!
En la habitación. Mateo apagó las luces, dispuesto a dormir, pero cada vez que cerraba los ojos, su mente se llenaba de imágenes de Lucía y Jorge bebiendo y riendo en la playa. Como resultado, pasó toda la noche dando vueltas, sin poder dormir bien.
A la mañana siguiente. Se dirigió al restaurante para desayunar con ojeras, Sofía agarrada a su brazo, cuidadosa todo el tiempo. Frente a ellos, saliendo de otro ascensor, estaba Jorge. En este encuentro inesperado, la tensión entre los dos hombres era palpable. Justo en ese momento, Lucía y Paula entraron por otra puerta, y Jorge inmediatamente se acercó sonriendo:
— Hola, hermosas damas, buenos días. ¿Cómo durmieron anoche?
Su tono era natural y cordial.
Sin embargo, Mateo detectó una fuerte manipulación en sus palabras.
Paula asintió: — No estuvo mal.
Lucí