**ÚRSULA**
Asentí, sin apartar la mirada. —Así es. Y tú… veo que estás muy bien acompañada.
—Soy la novia del hijo de Vera Contreras —dijo, como si eso ya lo explicara todo. —¿La conoces?
Claro que la conocía. Una de las matriarcas más influyentes del círculo empresarial, esposa de un magnate hotelero y dueña de una sonrisa que podía abrir puertas o cerrarlas para siempre. Que Mirella estuviera aquí no era casualidad. Había hecho su jugada. Y yo… estaba justo en su tablero.
—Me alegra verte, Mirella —dije, esta vez con un matiz más suave—. Al parecer, ambas estamos descubriendo lo que hay del otro lado de la puerta dorada.
Ella alzó la copa con una sonrisa. —Algunas puertas no se abren. Se empujan.
Brindamos sin mirarnos. Y cuando