Capítulo 14. Recuerdos
Después de una hora de juegos salvajes, caímos rendidos en un sueño reparador.
Abrí los ojos lentamente, sintiendo la calidez del sol filtrarse a través de las cortinas y bañar la habitación de color dorado. Los brazos de Cristian me rodeaban haciéndome sentir más enamorada.
Giré muy despacio en la cama, deseando verlo de frente. Nunca me acostumbraría a su belleza; sus largas pestañas descansaban sobre su rostro sereno, y su respiración tranquila me llenaba de paz. Sentí la necesidad de acercarme más a él, de fundirme en su calor, pero me contuve para no despertarlo.
Fue en ese momento, mientras lo observaba dormir, cuando la realidad me golpeó con fuerza, estaba viviendo un cuento de hadas, pero lo que existía entre nosotros dos tenía que acabar. No podía seguir en sus brazos, no podía alargar aquello que inevitablemente llegaría a su fin. Pronto se marcharía, y yo debía prepararme para dejarlo ir.
Me levanté de la cama muy despacio, sintiendo cada músculo protestar por el esfuer