— ¡ADAM! — escuché que alguien me llamaba.
— ¡¿Quién me aclama?!
Ví a Lucas, el compañero de asiento de Amélie correr hacia mí.
Lucas rió.
— No te aclamo, pero si necesito tu ayuda.
— ¿Mi ayuda?
— Bueno, es un consejo.
— Oh, viniste con el mejor. Soy el psicólogo de mis amigos. Disculpa si no te llevo a mi consultorio pero tenías que haber programado una cita antes.
Lucas rió.
— Pues, discutí con Amélie.
— Oh, ¿por qué?
— Porque me enojé porque perdió su... florecita con el estúpido de Nathan.