NARRA ADELE
¿Por qué escribí su nombre?
— ¿Y bien? — preguntó Adam divertido.
— ¿Tienes borrador? — ignoré su pregunta.
— Si, pero eso es marcador.
Miré mi cuaderno y rodé los ojos sintiéndome estúpida.
Bien, Adele, ya cometiste el ridículo del día.
Arranqué la hoja y seguí viendo la clase procurando no seguir pensando en Adam.
Cuando terminó la clase me levanté rápidamente y me dirigí a la siguiente que quedaba hacia la otra punta del instituto.
Mientras caminaba por el pasillo ví como un Adam un poco sudado y cansado se detenía frente a mí.
— ¡ADY! — gritó.