Mundo ficciónIniciar sesión—Quédese tranquilo —fue la respuesta de ella, acariciando su mano—, no se agite, ya vendrá el doctor.
—Gracias.
—Descanse.
Katia lo miraba, tenía buen semblante aquella mañana, aunque debía descansar y no agitarse. Se sentó a su lado y aún con su mano acariciando la de él, cerró los ojos.
—Katia —susurró el doctor, moviéndola con suavidad para despertarla. Ella dio un brinco asustada—. Estás cansada, lo siento, puedes irte a casa ya a descansar, yo me haré cargo. ¿Puedes volver esta noche? Yo sé que no es tu turno y que deberías estar…
—No hay problema, doctor, yo vengo. Lo siento, no sé en qué momento me dormí.
—Está bien, no te preocupes, trabajaste ayer todo el día y tuviste que hacerlo por la noche. ¿Cómo es







