Álvaro subió a su auto preguntándose qué quiso decir Sebastián con aquello. ¿Qué podría ocurrirle a Sarah para sentirse tan mal? ¿Alguna discapacidad? ¿Cicatrices? De cualquier modo y fuera lo que fuera, Sebastián no podía creer o hacer creer a Sarah que nadie la amaría. Él podría amarla…
Sacudió la cabeza para quitarse ese pensamiento estúpido. No debería ver a esa chica de ningún modo más que el estrictamente profesional, si ella lo necesitara como abogado no podía involucrar sus emociones. Menos el que se estaba gestando en él en este momento. Echó a andar el auto y salió rumbo a su oficina.
Sebastián tocó el timbre y Sarah saltó para ir a abrirle, él entró al departamento y la abrazó con fuerza.
—¿Cómo te sientes?
—Bien, estoy con un calmante. Por lo menos no tuvieron que operarme.
—Sería otra cicatriz —murmuró él.
El rostro de ella se ensombreció.
—Te conozco y esas feas cicatrices no son problema para mí —le dijo tomándole la cara entre sus manos.
—Lo sé —contestó ella en voz baja.
—Ven, deberías acostarte.
Ella se dejó guiar hasta el cuarto. Sabía que él se preocuparía por ella, siempre lo hizo, aunque también tenía miedo, él nunca se quedaba mucho tiempo, cada vez que volvía, se iba a los pocos días o semanas ¿Cuánto duraría esta vez? Se quedaron acostados mucho rato sin decir nada, sin hacer nada.
—¿Por qué te fuiste con mi papá si se suponía que nos amábamos? —Le preguntó Sebastián en voz baja, jugando suavemente con su cabello.
—Yo no me fui con él —contestó por enésima vez la misma pregunta—. Después del accidente él estuvo conmigo apoyándome, pero no me convertí en su amante.
—Eso pareció.
—No fue así.
—No me mientas, ya no me importa lo que hiciste, eso quedó en el pasado, quiero empezar de nuevo contigo.
Sarah lo miró emocionada. ¿Por fin se solucionaría todo entre ello? Ella estaba convencida que así sería, se amaban, él fue su primer amor y ella lo fue para él también.
Él comenzó a besarla suave al principio, luego profundizó el beso, siendo plenamente correspondido por Sarah que hace mucho tiempo esperaba volver a sentir los labios y las manos de Sebastián acariciándola. Sin dejar de besarla comenzó a recorrer su cuerpo con sus manos. Se inclinó hacia ella para ponerse encima, pero el movimiento hizo que el peso del yeso de su pierna dejara su pie colgando por fuera de la cama. Ella emitió un gemido de dolor.
—Lo siento —se detuvo él tomando su pierna y poniéndola nuevamente en posición.
—No fue nada —susurró ella, intentando seguir en lo que estaban.
—No quiero lastimarte, estás delicada y si seguimos…
—Sebastián, te amo, siempre te he amado y no sabes lo que esto significa para mí.
—Todo volverá a ser como antes, bebé, ya verás que seremos los mismos, si nuestro amor ha permanecido intacto después de tantos años, es porque nuestro amor es verdadero, nada lo destruirá.
Oír esas palabras de boca de Sebastián fue un bálsamo para Sarah, tomando en cuenta que después de lo de la mañana, ella pensó que lo había perdido para siempre. Ahora se daba cuenta que no era así. Él fue su primer amor, un amor verdadero, por algo ninguno de los dos lo olvidó y ahora estaban juntos, como debió ser desde el principio.