—¿Qué sorpresa sería esa?
—Un viaje a España, quería darle a mi mamá una segunda luna de miel.
—Eso descartaría un amorío con otra mujer.
—Supongo.
—¿Alguien más sabía de aquel viaje?
—No, era una sorpresa. Sólo yo lo sabía.
—¿Por qué no decírselo a su secretaria?
—Porque también le tenía un regalo a ella y… a mi hermano.
—¿Un regalo? —Álvaro se descompuso un segundo ante esa información.
—Él sabía lo enamorada que estaba Sarah de Sebastián y que él también lo estaba. A pesar de tantos años lastimándola y humillándola en la oficina, aún la amaba. Lo confesó una noche en que estaba pasado de copas. Entonces mi papá quería j