17. El Khríteldorch: Sacrificio Humano
El Ojo de la Aguja era una chimenea de roca angosta y erosionada por el viento que gritaba con la velocidad del aire que se precipitaba a través de ella. Era un aterrador cuello de botella, pero la pura confianza de Vlad los impulsó. Lo atravesaron uno por uno, emergiendo a una amplia extensión cubierta de nieve. Estaban en el lago Bâlea.
La cuenca glacial era un lugar de inmenso y silencioso poder. Muros de roca empinados y negros se alzaban por tres lados, cerrándolos. El lago mismo era una lámina de hielo denso, azul-negro, ya medio oscurecido por la tormenta de nieve que se acercaba rápidamente. El temporal, aunque todavía distante, era una entidad palpable y hambrienta, y se cerraba rápido.
—¡Allí! —gritó Radu, señalando. La anomalía magnética, confirmada por su GPR ahora muerto, estaba precisamente en el centro del lago.
El equipo corrió a través del hielo, en una carrera desesperada y final. Dragos inmediatamente comenzó a instalar anclajes cerca de la orilla, con el rostro som