Cloe aceleró el paso para alcanzar a su padre. Él ya le llevaba algo de ventaja cuando salió de la casa y, aunque no iba demasiado rápido, sus pasos eran largos.
Pensó en llamarlo, pero eso solo iba a atraer la atención del resto y lo menos que necesitaba en ese momento era que su familia se enterara de lo sucedido, se los iba a decir —había aprendido la lección sobre ocultar las cosas— pero no en ese momento.
Su padre caminó por al menos otros cien metros y luego se detuvo cerca de la orilla del mar.
Cloe se detuvo a su lado y por unos segundos se quedó en silencio mientras pensaba en lo que le iba a decir.
Nunca había visto tanto dolor en los ojos de su padre como en esa noche mientras descubría que le había ocultado cosas.
—Papá —dijo cuándo tiempo pasó y él no se giró a mirarla.
—Recuerdo cada verano que pasamos aquí mientras crecías. —Su padre sonrió—. Corrías de un lado a otro haciendo de las tuyas.
Cloe pensó en lo mismo. Su padre yendo detrás de ella y uniéndose a sus j