CAPÍTULO 36
JULIAN
El fin de semana de la carrera pasó demasiado rápido. Apenas había cruzado la meta y levantado los brazos, con la ovación del público retumbando en mis oídos, y ya estaba otra vez despidiéndome de mis amigos. La euforia del triunfo me había envuelto como una ola cálida, pero a medida que las horas corrían me daba cuenta de que ese instante quedaba atrás, convertido en recuerdo.
Antes de que Leo y Monserrat regresaran a las ciudades donde estudiaban, decidieron que no podían irse sin celebrarlo como correspondía. Fue Monserrat quien tomó la iniciativa.
—Esta vez yo invito —anunció con esa determinación suya que no admitía réplica.
Intenté protestar, como era costumbre en mí, pero ella me desarmó con una sonrisa.
—Julián, déjame hacerlo. Es mi manera de decirte que estoy orgullosa de vos y lo mucho que los quiero a los cuatro.
Me rendí, aunque no pude evitar bromear:
—Está bien, pero si siguen los triunfos, pronto yo seré quien los invite a todos.
La respuesta le