—¡Dave, cómo te atreves! —gritó Rupert, con el rostro enrojecido, pero el grito repentino de Lucas lo interrumpió antes de que pudiera decir algo más.
—¡Cállense los dos! —exclamó Lucas, con una mezcla de rabia y tristeza mientras se colocaba entre ellos, apoyándose en su bastón. Negó con la cabeza, sin poder creer lo que veía—. Son familia, y aun así están dispuestos a destruirse mutuamente. ¿Así fue como los crié? No puedo creer en lo que se han convertido. ¿Un lazo familiar? Es un fracaso total.
La furia de Lucas provocó un violento ataque de tos.
Su voz, ya de por sí ronca, sonaba ahora como madera raspada, y su cuerpo temblaba por la fuerza de su ira.
—Ustedes... ustedes son... —Lucas intentó hablar, pero de repente se desplomó en el suelo antes de terminar la frase.
—¡Abuelo! —gritó Dave.
—¡Papá! —exclamó Rupert, corriendo a su lado.
Esa misma noche, en el Hospital Edenfield.
Tras una larga espera, finalmente se apagó la luz de la sala de emergencias. El director del hospi