Bianca gritó, tropezando hacia atrás y perdiendo el equilibrio.
Su mente se llenó de preguntas. ¿Un ladrón?
Luchó contra el agarre, pero la fuerza del hombre la inmovilizó contra la pared del baño.
Entonces, de repente, las luces se encendieron, inundando el lugar con una luz intensa. Bianca entrecerró los ojos por el resplandor, solo para ver a Dave delante de ella.
—Ah... eres tú… —suspiró aliviada, aunque no pudo ocultar su molestia—. Casi me matas del susto.
Dave no respondió. Su expresión era difícil de descifrar. Fue entonces cuando Bianca notó que estaba completamente empapado. Su camisa blanca se le pegaba al cuerpo, revelando más de lo que ella esperaba, y el agua que goteaba de su cabello caía sobre su piel.
Con una mano apoyada contra la pared, justo al lado de su oído, Dave la observaba con una intensidad misteriosa.
Bianca, dudando, levantó la mano y tocó su cabello mojado, luego rozó su brazo frío, mostrando su preocupación.
—¿Qué pasa? ¿Qué te ocurrió? Estás empapado