—¿Ya de rodillas, Lexi? —preguntó con esa voz oscura y autoritaria a la que estaba segura de que jamás se acostumbraría. Parecía tan distinto del hombre que había conocido durante todos esos años... y, por otro lado, era el hombre que había conocido la noche anterior, y la había hecho estremecer, ardiente y deseosa, y era todo Tyler. Todas las facetas del hombre que mejor conocía. —Te estás acostumbrando rápido.
—Quiero probarte —le dijo solemnemente.
Y mantuvo la cabeza hacia atrás para poder observar su rostro mientras extendía la mano y rodeaba con ella su enorme pene. Se le hizo agua la boca, pero mantuvo el contacto visual mientras se inclinaba hacia adelante y lamía la ancha cabeza. Suavemente, como el primer y dulce sabor de un helado. Él murmuró algo obsceno.
—¿Es un sí o un no? —preguntó. Luego se tomó un momento para succionarlo profundamente, para jugar con la succión. Y con la punta de su lengua. Entonces ella le sonrió. —Tendrás que hablar más alto.
Tyler rió, entonces, c